Leo Tavella (1920-2015)
El Centro Argentino de Arte Cerámico participa con profundo pesar el deceso del maestro Leo Tavella, uno de sus socios fundadores.
Leo Tavella nació en Gálvez, provincia de Santa Fe, el 23 de septiembre de 1920. Radicado desde 1934 en la ciudad cordobesa de San Francisco, dos años después asistió allí a la Escuela Municipal de Bellas Artes a instancias de su hermano, quien advirtió tempranamente las habilidades que Leo demostraba al interesarse por tareas de calidad sensible que implicaban una destreza manual. En ese contexto, tras emprender un aprendizaje principalmente pictórico, con 18 años se inició en la escultura asistiendo a su profesor Miguel Pablo Borguello en la concreción de una serie de monumentos que le fueron encomendados en ocasión del cincuentenario de otras localidades cercanas. Cautivado asimismo por la música, tocaba entonces el piano de una orquesta popular; paralelamente, en 1940 comienza a enseñar dibujo en la Escuela Terminal del Estado.
Su pensamiento político le valió en 1942 un encierro de muchos meses en la isla Martín García; tras su liberación, fijó su residencia en la zona norte del Gran Buenos Aires y comenzó a mostrar su trabajo plástico en Salones de diverso orden.
En 1954 realiza sus primeras muestras individuales; su singularidad le vale críticas laudatorias y una serie de otras recompensas que harán a su perfeccionamiento profesional. Acontece entonces su aproximación a la cerámica en el taller que le invitaron a compartir Nicasio Fernández Mar y Carlos Aschero ―respectivamente profesores de la Escuela Nacional de Cerámica y de la Escuela Superior de Bellas Artes― y que luego llevaría adelante largamente en compañía de Carlos Bartolini, Rubén Vanz y Sergio Bravo. Su labor emprende nuevos derroteros y comienza a trascender las fronteras nacionales; con el tiempo, su trabajo llegó a ser admirado en países de regiones con tradiciones cerámicas tan diversas como América Latina, Europa Occidental, Oriente. Es así como Tavella se ganó un sitial protagónico en reuniones disciplinares altamente consideradas a lo largo y a lo ancho del mundo.
En el recorrido de una trayectoria marcada por una producción particularmente variada en materiales, técnicas, procedimientos, temas, es menester recordar aquí al menos parte de una labor de carácter institucional. En 1958, reunida la comunidad cerámica en Asamblea con el propósito de crear el Centro de Arte Cerámico, fue Tavella quien abrió el acto con la lectura de la Declaración de Principios sobre los que se erigiría nuestra institución. Y por votación de su comunidad de pertenencia, formó parte de aquellos ceramistas que conformaron el primer Consejo Directivo del Centro Argentino de Arte Cerámico y, rotativamente, su presidencia. En el certamen que la institución concreta anualmente desde su fundación, el trabajo de Tavella ha sido galardonado con los más altos honores en diversas oportunidades: en el III Salón (1960) con el 1º Premio Adquisición de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires; en el VII Salón (1964) con el 1º Premio del Fondo Nacional de las Artes, en el XI Salón (1968) con el 1º Premio de la misma institución para la sección Escultura; en el XV Salón (1972) con el Premio Adquisición de la Subsecretaría de Cultura de la Nación. En lo que atañe a la historia de la cerámica de nuestro país, Tavella registra en su haber el honor de ser el primer acreedor del Gran Premio Adquisición Presidencia de la Nación al instituirse, en 1976, el Salón Nacional de Cerámica. Estos lauros se suman a muchos otros cosechados en su larga carrera, como el Premio Konex de Platino en su disciplina (1982).
Pero hay una tarea en la que este artista ha sido especialmente reconocido: la pedagógica. Ese trayecto abierto a los 20 años en la cordobesa San Francisco, le deparará destinos varios. Su taller ha sido uno de ellos; otro su trabajo docente en el ámbito académico: siendo profesor de la Universidad Nacional de San Juan, es convocado para hacerse cargo del taller de cerámica del Instituto del Profesorado en Disciplinas Estéticas ―en sus orígenes, por 1961, Escuela de Cerámica y Dibujo de Oberá― cuando en 1974 está siendo transferido a la Universidad Nacional de Misiones; devenido en 1985 Facultad de Artes, fue un espacio al que Tavella brindó su conocimiento hasta 1992, incluso ya jubilado, en calidad de profesor invitado. Sus viajes han sido asimismo oportunidad para entregar su dominio del hacer más allá de nuestro país, acudiendo a la vía de talleres, cursos, seminarios, conferencias. Incontable es el número de ceramistas para los que Leo Tavella es sinónimo de maestro.
Obviamente, todo gran maestro modela sus discípulos, ya formando las afinidades que enlazan a una familia de pertenencia, ya ponderando las diferencias que posibilitan la singularidad; es así como el maestro se continúa legítimamente en sus discípulos. Leo ha sabido forjarse los que, con su trabajo amoroso, continúan acercándonos de modos diversos el legado de quien se ha sentido un laburador del arte. A ellos, y muy especialmente a Vilma Villaverde, nuestro agradecimiento.
Con este breve recordatorio el Centro Argentino de Arte Cerámico despide a otro de sus excepcionales miembros de inicio y saluda una vida dedicada, en palabras de quien la ha vivido, a la “necesidad de trabajar”, ejerciéndola desde un respeto por la diversidad que enaltece nuestro país y nuestro quehacer.
Su pensamiento político le valió en 1942 un encierro de muchos meses en la isla Martín García; tras su liberación, fijó su residencia en la zona norte del Gran Buenos Aires y comenzó a mostrar su trabajo plástico en Salones de diverso orden.
En 1954 realiza sus primeras muestras individuales; su singularidad le vale críticas laudatorias y una serie de otras recompensas que harán a su perfeccionamiento profesional. Acontece entonces su aproximación a la cerámica en el taller que le invitaron a compartir Nicasio Fernández Mar y Carlos Aschero ―respectivamente profesores de la Escuela Nacional de Cerámica y de la Escuela Superior de Bellas Artes― y que luego llevaría adelante largamente en compañía de Carlos Bartolini, Rubén Vanz y Sergio Bravo. Su labor emprende nuevos derroteros y comienza a trascender las fronteras nacionales; con el tiempo, su trabajo llegó a ser admirado en países de regiones con tradiciones cerámicas tan diversas como América Latina, Europa Occidental, Oriente. Es así como Tavella se ganó un sitial protagónico en reuniones disciplinares altamente consideradas a lo largo y a lo ancho del mundo.
En el recorrido de una trayectoria marcada por una producción particularmente variada en materiales, técnicas, procedimientos, temas, es menester recordar aquí al menos parte de una labor de carácter institucional. En 1958, reunida la comunidad cerámica en Asamblea con el propósito de crear el Centro de Arte Cerámico, fue Tavella quien abrió el acto con la lectura de la Declaración de Principios sobre los que se erigiría nuestra institución. Y por votación de su comunidad de pertenencia, formó parte de aquellos ceramistas que conformaron el primer Consejo Directivo del Centro Argentino de Arte Cerámico y, rotativamente, su presidencia. En el certamen que la institución concreta anualmente desde su fundación, el trabajo de Tavella ha sido galardonado con los más altos honores en diversas oportunidades: en el III Salón (1960) con el 1º Premio Adquisición de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires; en el VII Salón (1964) con el 1º Premio del Fondo Nacional de las Artes, en el XI Salón (1968) con el 1º Premio de la misma institución para la sección Escultura; en el XV Salón (1972) con el Premio Adquisición de la Subsecretaría de Cultura de la Nación. En lo que atañe a la historia de la cerámica de nuestro país, Tavella registra en su haber el honor de ser el primer acreedor del Gran Premio Adquisición Presidencia de la Nación al instituirse, en 1976, el Salón Nacional de Cerámica. Estos lauros se suman a muchos otros cosechados en su larga carrera, como el Premio Konex de Platino en su disciplina (1982).
Pero hay una tarea en la que este artista ha sido especialmente reconocido: la pedagógica. Ese trayecto abierto a los 20 años en la cordobesa San Francisco, le deparará destinos varios. Su taller ha sido uno de ellos; otro su trabajo docente en el ámbito académico: siendo profesor de la Universidad Nacional de San Juan, es convocado para hacerse cargo del taller de cerámica del Instituto del Profesorado en Disciplinas Estéticas ―en sus orígenes, por 1961, Escuela de Cerámica y Dibujo de Oberá― cuando en 1974 está siendo transferido a la Universidad Nacional de Misiones; devenido en 1985 Facultad de Artes, fue un espacio al que Tavella brindó su conocimiento hasta 1992, incluso ya jubilado, en calidad de profesor invitado. Sus viajes han sido asimismo oportunidad para entregar su dominio del hacer más allá de nuestro país, acudiendo a la vía de talleres, cursos, seminarios, conferencias. Incontable es el número de ceramistas para los que Leo Tavella es sinónimo de maestro.
Obviamente, todo gran maestro modela sus discípulos, ya formando las afinidades que enlazan a una familia de pertenencia, ya ponderando las diferencias que posibilitan la singularidad; es así como el maestro se continúa legítimamente en sus discípulos. Leo ha sabido forjarse los que, con su trabajo amoroso, continúan acercándonos de modos diversos el legado de quien se ha sentido un laburador del arte. A ellos, y muy especialmente a Vilma Villaverde, nuestro agradecimiento.
Con este breve recordatorio el Centro Argentino de Arte Cerámico despide a otro de sus excepcionales miembros de inicio y saluda una vida dedicada, en palabras de quien la ha vivido, a la “necesidad de trabajar”, ejerciéndola desde un respeto por la diversidad que enaltece nuestro país y nuestro quehacer.
1 comentario:
cuales son la obras ?
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